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*JUNIO DE 2007 – JUNIO DE 2009*

Este blog fue escrito desde junio de 2007 hasta junio de 2009. Contiene algunos textos sobre mi experiencia en la India, mientras estudiaba con una beca de la Fundación Colegios del Mundo Unido en el Mahindra United World College of India, próximo a la ciudad de Pune.

Como ya he dicho en muchas ocasiones, aquellas personas que queráis contactar conmigo no dudéis en hacerlo, teniendo en cuenta, eso sí, que mi experiencia queda ya un poco lejana y muchas cosas, afortunada y desafortunadamente, ya no son como solían ser cuando yo vivía en esa Incredible India.

saavedra.fdez@gmail.com
Rocío Saavedra Fernández

El Bisturí Eléctrico

(También en Global Galicia)

Jorge Sierra, desde Irán, me recordó que hacía mucho que no escribía. Es cierto, dejé el placer de lado por el deber. Quizás no tengo excusa. Seguramente no. Pero yo, quién sabe si porque es cierto o si únicamente para justificarme, he creado mi propia teoría, una teoría que inspiró Juan José Millás.

En su libro El Mundo comparaba la escritura con un bisturí eléctrico. Un bisturí que corta y cura a la vez. Unas palabras que hacen daño pero ayudan a curar. En definitiva, el instrumento que marcaría el fin. Por eso no me atrevía a presionar el botoncito que acabaría con todo. Sin embargo creo que habiendo pasado ya unos meses es hora de volver, de usar la escritura como una manera de curarme, como una vía para asimilar todo lo que ha pasado en estos dos años de aventuras  y desventuras en la India, para aceptarlo, para sacar lo mejor de ello y hacerme creer que fue real, que no lo soñé.

Haré todo lo posible por no volverme a dejar llevar de la mano de la obligación (o del miedo a los puntos finales) y, semana a semana, compartir con vosotros los capítulos que me propongo reescribir.

Y así, esperando que la perdonéis por haber estado tan desaparecida, dándoles las gracias a Millás y a Jorge Sierra por animarla y confiando en que este bisturí eléctrico no falle en la operación os promete que volverá a compartir con vosotros lo que debió haber compartido hace mucho tiempo,

Rocío.

…siempre causa enfados por aqui.Y San Valentin no podia ser menos.

Hace un par de dias en uno de los periodicos nacionales de la India se publicaba un articulo sobre San Valentin. No era ninguna guia de que regalarle a tu pareja ni nada por estilo (aunque eso aparecia unas paginas un poco mas adelante) sino un aviso a todas las parejas que pensasen pasear su amor en 14 de febrero por las calles de Nueva Delhi: «quedaros en casita.»

Toda «tradicion» occidental que se cuela en la India es una amenaza a la cultura del pais y por tanto debe ser aniquilada.

Asi piensan muchos, que no todos, y ya sea con o sin razon, a veces se meten tanto en el papel que llegan a causar revueltas serias en las ciudades mas importantes.

Hoy por ejemplo cualquier pareja que decida salir a la calle debera tener sumo cuidado de no encontrarse en su camino con uno de los grupos extremistas que amenazaban con «ir a por losque traicionan la cultura india».

Nuestra queridísima Ajuli, profesora de Derechos Humanos, dijo el otro día algo que me dejó sorprendida.

No tengo muy claro por qué llegó a decir eso, quizás fue resultado del análisis de las ideas de Marx en relación con la familia o simplemente otro de esos muchos momentos en los que la hippie india nos cuenta cosas de su vida. La cosa es que hablando y hablando como buena cotorra que es la mujer (pero no por eso menos querida), nos dijo que su gran país a pesar de los muchos errores que cometía hacía una cosa bien: permitir a las familias tener tantos hijos como quisieran, al contrario de como sucedía en otros lugares. Pues ya me dirá a mi qué de bueno tiene no controlarlo cuando India es el segundo país con mayor población del mundo y la gente se muere de hambre en las calles, cuando los padres ven a sus hijos como pequeños trabajadores que no van a la escuela para llevar dinero a casa y cuando encima muchas veces los padres, eso lo corroborará Maite, les dejan sin comida, o cena.

En fin, esos derechos humanos que a veces me sacan de quicio.

¡Abuelita dime tu!

(también en Global Galicia) 

“Bueno, bueno, ¡a ver cómo nos vuelves! Mira que me han dicho que el chico que fue antes que tu, ¡vino vestido con faldas!”

 

Las frases de las abuelas se quedan grabadas en lo más hondo de nuestras mentes y salen a relucir en los momentos más inesperados (sí, sí, igual que la morriña por sus croquetas y sus cocidos).

 

El otro día andando por el estado de Kerala esa frase se vino a mi cabeza mientras, sentada en una choza, un camarero indio nos servía con una sonrisa y unas cuantas palabras en hindi los zumos más extraños pero refrescantes que he visto en mi vida. Enfrente de nosotros un grupo de extranjeros vestidos con ropas (aún) occidentales tan sencillas como unos vaqueros y una camisa se colocaban las gafas de sol y se alarmaban poniendo caras de ¡¿cómo hago yo esto, me voy a manchar mis pantalones de Armani?! cuando descubrieron que en medio de la calle había un charco lleno de barro, plásticos, piedras, lagartijas, niños despeinados, moscas y Krishna sabe qué más. Pero lo hicieron, con más arte que nadie, y nosotros seguimos a lo nuestro probando nuevas especialidades como aquel ‘Kerala Earthquake Milkshake’ que pintaba bien.

 

Unos días después, tras demasiados batidos y experimentos, otro lugar nos esperaba: la capital del estado, así que allí acabamos, una noche en un restaurante europeo de estos en los que la música, los sofás, los cuadros y las mesas, además de la gente, hace que uno se sienta en uno de los lugares más chic de Londres o Bruselas. ¿Y a quienes nos encontramos allí? Sí señores, han adivinado. Pero esta vez no entraron con relojes plateados, gafas de sol, camisas y zapatos, no, no, no. Como buenos exploradores de India se habían hecho con las camisas gigantes de estampados y los pantalones Alí Babá naranjas y verdes. ¡Menudo cambio! Los zapatos eran chancletas, el bolso una mochila y el teléfono móvil un libro que habla sobre cómo abrir los chakras mediante el yoga.

 

Ahora no me extraña que mi abuela me dijese eso. Si estas cosas pasan en una semana… ¡qué será de mi después de dos años!

… y suena la sirena tienen que dejar todo lo que están haciendo y correr, correr a por sus guantes, a por sus máscaras, a por sus palas… y seguir corriendo, llegar a Mt.Wilkinson y empezar a luchar contra el fuego que en esta época nos acosa cada pocos días. Y es que el calor, y algún que otro acto irresponsable de los aldeanos, está convirtiendo el verde valle en un desierto.

 Equipo de Fire Service

 ¡Ay que ver lo peligroso que es estar en Fire Service!

¿Cuántos alumnos del Mahindra UWC se necesitan para cambiar una bombilla?

¡200!

199 para discutirlo y uno para hacerlo.

Y así imagino, en todos los colegios, ¿no? =)

Ayer, 9 de febrero de 2008, celebramos el X Aniversario del Colegio. Para eso la semana anterior el campus se inundó de policías, ejército y brigadas especiales de seguridad. El primer ministro de India llegaba… y llegó.

Se acercó hasta aquí en helicóptero para sentarse en su tarima, escuchar dos o tres discursos y mencionar después sus palabras de campaña política. Se fue, y entones sí, llegó el gran y largo discurso de Shashi Tharoor, quien nos dejó a todos sorprendidos y con ganas de comer en la mesa redonda en la que él se sentaba, al lado de la piscina, para seguir escuchando todo lo que decía. Sin embargo, todo se acabó después de esa comida y por la noche ya sólo quedaba el presidente del International Board dándose un baño en la piscina.

¡Ah! Hoy llegarán los directores de todos los CMU al campus(menos el de Singapur… ejem, ejem…), así que a nosotros sólo nos queda trabajar a contracorriente para preparar la obra de teatro del miércoles.

¡Una tarde en Khubavali! 

¡Ya era hora de conseguir esta foto!

De una tarde paseando por la aldea de Khubavali con las que probablemente sean mis alumnas el año que viene.

Nueva Delhi

En noviembre de 2007 fue nuestra primera Project Week y el destino una pequeña zona residencial al lado de la capital, algo así como Oleiros en relación con La Coruña pero mucho, muchísimo más grande.

Después de pasar 27 horas en un tren llegamos a la oficina de la ONG con la que estaríamos trabajando esos días (Child Survival of India) y allí esperamos a que llegasen nuestras familias de acogida porque sí, ¡nos tocaría vivir con familias indias! ¡Y no sé yo quien lo tendría más difícil, si nosotros cuando intentábamos hablar en hindi con ellos y teníamos que comernos todo tipo de mejunjes picantes sin rechistar o los que se fueron a Chennai para vivir su Project Week entre cocodrilos!

Mis días con esa familia fueron estupendos. A pesar de los problemillas con el idioma me acogieron con mucho cariño y no me dejaban ni un segundo sin una taza de chai en la mano, y aunque es cierto que no me gusta nada ese té ardiendo cargado de azúcar que los indios beben a todas horas el detalle se dice siempre que es lo que cuenta, ¿no?

La casa de esta familia como os podréis imaginar no era nada lujosa. Escasa de habitaciones el salón se convertía por las noches en la habitación de los padres y la habitación de los tres niños hacía de comedor a la vez que lugar de retiro, pues allí mismo tenían su templito hindú que trataban de mantener perfecto. Los pequeños y yo dormíamos allí, en una cama de matrimonio rodeada de paredes llenas de humedad. Puede parecer muy pobre cuando digo que no había luz por las mañanas ni al anochecer o que la ducha consistía en dos cubos de agua fría o, si había suerte, templada. Sin embargo esa familia no era de la clase baja, al revés, el padre era profesor y la madre, sorprendentemente en un país como este, tenía un cargo de cierta importancia en una de las asociaciones más influyentes de la zona.

La otra parte del viaje consistía en trabajar con la ONG así que después de muchas y largas explicaciones sobre el funcionamiento de estas nos fuimos a trabajar con afectados de SIDA, con niños de los poblados de chabolas, con mujeres maltratadas, prositutas y diferentes asociaciones. Esto nos enseñó que no todo es desorden en India, y que al menos hay proyectos que con empeño (y financiación no del gobierno indio sino de empresas americanas) acaban funcionando a la perfección.

¿Y los últimos días? El fin de semana que nos quedaba descolgado nos dedicamos a hacer de turistas en Delhi, a visitar lugares maravillosos como la mezquita más grande de todo el país o el lugar donde se encuentran algunas de las cenizas de Gandhi, además de recordar sabores occidentales en panaderías alemanas y regatear en los mercadillos.

Y después, al acabar de echar un primer vistazo a la capital que espero conocer más a fondo a principios de verano, pusimos rumbo a Maharashtra de nuevo para reencontrarnos con lo que nadie quería, las clases y la comida de la cafetería.

…Y otras 27 horas de tren.